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Cuando tu riqueza supera con creces a la mayoría de las personas a tu alrededor, te conviertes en un objetivo conspicuo y de alto valor a los ojos de los malhechores. La gran riqueza desencadena dos fuerzas peligrosas: 1. La malicia en la naturaleza humana se amplifica por la disparidad. Cuando eres demasiado ostentoso, hay quienes, por celos, emociones o impulsos, te ven como un objetivo al que pueden atacar. 2. Cuanto mayores son los beneficios, más dispuestos están los malos a arriesgarse. En un lugar donde la riqueza promedio es 10, tú tienes 100.
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