Una relación íntima verdadera no es mimar y consentir, sino ser directo y respetuoso. Poder expresar abiertamente sus ideas y demandas, sin necesidad de mantener una apariencia de armonía superficial, ni de crear un ambiente cálido mediante preocupaciones y atención excesiva.
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Una relación íntima verdadera no es mimar y consentir, sino ser directo y respetuoso. Poder expresar abiertamente sus ideas y demandas, sin necesidad de mantener una apariencia de armonía superficial, ni de crear un ambiente cálido mediante preocupaciones y atención excesiva.