Cambia estos tres malos hábitos al hablar y tu presencia podrá aplastar en un instante al 99% de tus iguales. ¿Suena muy tentador? Si cada vez que hablas dices “yo creo”, “yo siento”, “quizás”, “esto o aquello”, te recomiendo que calles primero, porque estás pisoteando tu propio valor con tus propias manos. ¿Por qué aunque haces la mayor parte del trabajo, eres el que menos presencia tiene? ¿Por qué en las reuniones el jefe siempre está en el móvil cuando tú hablas? La razón, en una sola frase, es que estás usando una “mentalidad de trabajador” para hablar. Los verdaderos expertos usan en su lugar una “lógica interpretativa” para comunicarse. Aunque solo aprendas una de estas tres, tu presencia puede elevarse en el acto.
Primero, elimina todas las “palabras de debilidad”. La gente común habla para agradar, los expertos hablan para liderar. Desde hoy: deja de decir “yo creo que este plan es viable”, y di “con base en los datos, esta es la estrategia más óptima”. Deja de decir “siento que esto puede salir mal”, y di “para evitar riesgos, necesitamos hacer estos tres pasos”. Elimina “yo creo”, elimina “posiblemente”, elimina toda incertidumbre. Cuando hablas con la firmeza de un líder, los demás naturalmente te seguirán como si fueras un creyente.
Segundo, controla esas emociones baratas. Recuerda una dura verdad: cuanto más emocionado estés, menor será tu cociente de inteligencia. La gente que muere más rápido en el trabajo son los “personalidades de horquilla” — aquellos que reaccionan mal a un comentario desagradable, o que se deshacen en pedazos en un instante: duros y frágiles, se rompen con solo doblarse. Los verdaderos grandes son de “personalidad de hoja”. Frente a la presión y los ataques: no las aguantes dura, déjalas pasar; me doblego, pero no me rompo; cuando pasa el viento, vuelvo a mi estado original en un instante, sin daño alguno. Esto no es cobardía, sino mantener una estabilidad absoluta en un mundo lleno de ataques. Si te mantienes firme, tú ganarás.
Tercero, aprende a hacer que el avión aterrice. Muchas personas en sus informes dan vueltas y vueltas, vuelan por el cielo un buen rato, y el jefe se pone serio, y tú todavía estás preparando el terreno. Las personas seguras nunca dicen tonterías. Como pilotar un avión: apunta a la pista y aterriza directamente. Si quieres despedir a alguien — di claramente el resultado, deja de decir “ay, en realidad también hizo un buen trabajo, me resulta difícil...” Si quieres hacer una solicitud — di claramente el objetivo, sin rodeos de cinco minutos. Recuerda: explicar en exceso es sentirte culpable. Tú estás aquí para resolver problemas, no para buscar consuelo psicológico. Por último, te doy un consejo físico: abre los hombros, mantén la espalda recta, y duplica el volumen de tu voz. Aunque solo finjas tener confianza, tu cerebro pensará que en realidad la tienes. El futuro tú nunca será alguien que dude o que no se atreva a hablar en voz alta. Como ese futuro ya está allí, ¿por qué no empezar a actuar como él desde ahora?
¡Vamos! Hagamos que nuestra confianza crezca juntos.
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Cambia estos tres malos hábitos al hablar y tu presencia podrá aplastar en un instante al 99% de tus iguales. ¿Suena muy tentador? Si cada vez que hablas dices “yo creo”, “yo siento”, “quizás”, “esto o aquello”, te recomiendo que calles primero, porque estás pisoteando tu propio valor con tus propias manos. ¿Por qué aunque haces la mayor parte del trabajo, eres el que menos presencia tiene? ¿Por qué en las reuniones el jefe siempre está en el móvil cuando tú hablas? La razón, en una sola frase, es que estás usando una “mentalidad de trabajador” para hablar. Los verdaderos expertos usan en su lugar una “lógica interpretativa” para comunicarse. Aunque solo aprendas una de estas tres, tu presencia puede elevarse en el acto.
Primero, elimina todas las “palabras de debilidad”. La gente común habla para agradar, los expertos hablan para liderar. Desde hoy: deja de decir “yo creo que este plan es viable”, y di “con base en los datos, esta es la estrategia más óptima”. Deja de decir “siento que esto puede salir mal”, y di “para evitar riesgos, necesitamos hacer estos tres pasos”. Elimina “yo creo”, elimina “posiblemente”, elimina toda incertidumbre. Cuando hablas con la firmeza de un líder, los demás naturalmente te seguirán como si fueras un creyente.
Segundo, controla esas emociones baratas. Recuerda una dura verdad: cuanto más emocionado estés, menor será tu cociente de inteligencia. La gente que muere más rápido en el trabajo son los “personalidades de horquilla” — aquellos que reaccionan mal a un comentario desagradable, o que se deshacen en pedazos en un instante: duros y frágiles, se rompen con solo doblarse. Los verdaderos grandes son de “personalidad de hoja”. Frente a la presión y los ataques: no las aguantes dura, déjalas pasar; me doblego, pero no me rompo; cuando pasa el viento, vuelvo a mi estado original en un instante, sin daño alguno. Esto no es cobardía, sino mantener una estabilidad absoluta en un mundo lleno de ataques. Si te mantienes firme, tú ganarás.
Tercero, aprende a hacer que el avión aterrice. Muchas personas en sus informes dan vueltas y vueltas, vuelan por el cielo un buen rato, y el jefe se pone serio, y tú todavía estás preparando el terreno. Las personas seguras nunca dicen tonterías. Como pilotar un avión: apunta a la pista y aterriza directamente. Si quieres despedir a alguien — di claramente el resultado, deja de decir “ay, en realidad también hizo un buen trabajo, me resulta difícil...” Si quieres hacer una solicitud — di claramente el objetivo, sin rodeos de cinco minutos. Recuerda: explicar en exceso es sentirte culpable. Tú estás aquí para resolver problemas, no para buscar consuelo psicológico. Por último, te doy un consejo físico: abre los hombros, mantén la espalda recta, y duplica el volumen de tu voz. Aunque solo finjas tener confianza, tu cerebro pensará que en realidad la tienes. El futuro tú nunca será alguien que dude o que no se atreva a hablar en voz alta. Como ese futuro ya está allí, ¿por qué no empezar a actuar como él desde ahora?
¡Vamos! Hagamos que nuestra confianza crezca juntos.