Nueve consejos para una vida libre de ansiedad:



1. Una pequeña ambición es suficiente (pequeñas metas). La gente corriente no necesita tener grandes sueños, basta con hacer bien las pequeñas cosas del día a día. No es necesario que a los 18 años te hayas imaginado un guion para cambiar el mundo. No sabes a qué caminos inesperados te pueden llevar esos pequeños experimentos y objetivos. Deja los grandes objetivos a un lado y céntrate primero en lo que puedes hacer bien hoy o esta semana.

2. La felicidad no es un objetivo, es un subproducto. No persigas la felicidad deliberadamente. La felicidad es como el clímax: cuanto más te obsesionas, menos llega. No persigas la felicidad; haz felices a los demás y la felicidad llegará como un efecto secundario. No te preguntes “¿cómo puedo ser feliz?”, pregúntate antes “¿puedo hacer que alguien esté un poco mejor hoy?”.

3. La suerte es más importante de lo que imaginas. Por supuesto que hay que esforzarse el año que viene, pero una gran parte es suerte. El simple hecho de que puedas sentarte en un aula y recibir educación ya es como ganar la lotería. Cuando todo va bien, no lo atribuyas todo a ti mismo; cuando va mal, tampoco te niegues por completo. No es que seas increíble, es que simplemente no has tenido tan mala suerte.

4. Menos melancolía, más ejercicio. No discutas sobre el sentido de la vida, sal antes a correr unas vueltas. Mucha gente no es que no entienda la vida, es que camina y corre demasiado poco. No conviertas emociones que podrías eliminar corriendo en ansiedad innecesaria.

5. Sé estricto con tus propias opiniones. Las opiniones son como el trasero: todos tienen una. A diferencia del trasero, tus opiniones deberían ser revisadas frecuentemente. No consideres un mérito el hecho de “tener una opinión”; lo realmente valioso es atreverse a admitir “puedo estar equivocado”. Sé una persona que se basa en pruebas, no en emociones.

6. No hace falta ser profesor, pero vive como si lo fueras. No utilices tu experiencia como moneda de cambio; atrévete a enseñar y a compartir. Cuanto más compartes, más aprendes; cuanto más enseñas, más entiendes. Las personas generosas en compartir son más insustituibles.

7. Defínete por lo que amas, no por lo que odias. Intenta empezar menos frases con “odio” y más con “me gusta” o “me apasiona”. Es mejor invertir la atención en lo que amas que en lo que detestas.

8. Para conocer a alguien, observa cómo trata a los que son más débiles que él. La verdadera educación no se ve en cómo se trata a los superiores, sino a los inferiores. Puedes saber mucho de una persona por cómo habla con los camareros cuando está comiendo.

9. No tengas prisa y planea tu vida hasta los 80 años. No necesitas saber ahora lo que harás el resto de tu vida. La vida no tiene un guion fijo; permítete escribirlo poco a poco. No es que tengas que entenderlo todo antes de actuar; es actuando como lo entiendes. No hace falta tener grandes sueños, pero la vida no puede estar vacía. No importa ir despacio, lo importante es ir llenándola, paso a paso.
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