Los que han trabajado en seguridad informática lo entienden, aunque ya hayan olvidado esos detalles técnicos, hay una especie de "enfermedad profesional" que no se puede quitar: ser especialmente sensible a la gestión de permisos.

En el mundo de las criptomonedas, después de un tiempo te das cuenta: cada una de tus claves privadas, cada autorización, cada operación en la cadena, son dinero real a los ojos de los hackers. ¿Datos de privacidad? Eso es como una contraseña de cajero automático lista para ser retirada. Así que no te quejes de la molestia, si puedes obtener permisos de la billetera, hazlo; si las frases de recuperación deben almacenarse en frío, guárdalas en frío. En estos tiempos, ser cauteloso nunca está de más.