Para finales de 2025, los oráculos de repente se convirtieron en un territorio codiciado por el capital. Este cambio resulta interesante.

El año pasado todavía se estaban comprando y vendiendo proyectos de capa de aplicación, y este año todos se están concentrando en infraestructuras como los oráculos. ¿Por qué? Porque la explosión de las redes de capa dos de Bitcoin y los protocolos nativos ya han hecho que miles de millones de dólares en activos circulen en la cadena. Pero aquí hay un cuello de botella mortal: si los datos de precios se retrasan tres segundos, o si en condiciones extremas hay desviaciones, los protocolos de préstamo que manejan miles de millones de dólares pueden colapsar en un instante, como un rascacielos que pierde su equilibrio.

No es alarmismo. Desde la perspectiva de Wall Street, la liquidez es la sangre, y los datos son las señales nerviosas. Si este sistema de señales no es lo suficientemente confiable, incluso una escala de activos enorme será ilusoria.

Lo que están haciendo los APROs es resolver este problema. Los primeros oráculos eran como radios que a menudo perdían señal, y la nueva generación está construyendo sistemas de sincronización en tiempo real verdaderamente precisos y resistentes. Técnicamente, utilizan agregación de datos de múltiples fuentes, previenen fallos de un solo punto y optimizan la latencia para garantizar la precisión y estabilidad de los precios. Desde un punto de vista comercial, esto afecta directamente la capacidad de gestión de riesgos de todo el ecosistema DeFi.

El flujo de capital nunca engaña. Cuando los grandes comienzan a interesarse en un sector, significa que ese sector finalmente está dejando de ser ignorado y se vuelve indispensable. Los oráculos quizás sean esa infraestructura que «parece poco atractiva y difícil, pero en realidad es la más valiosa».