5 años 20 veces, la historia del nacimiento de la acción de la nación más cara de EE. UU.

8 de agosto de 2025, el precio de las acciones de Palantir Technologies (PLTR) alcanzó los 187,99 dólares, con una capitalización de mercado que superó los 443 mil millones de dólares, más que la suma de los tres grandes gigantes militares Lockheed Martin, Raytheon y Northrop Grumman.

Desde su salida a bolsa en septiembre de 2020 a 10 dólares, PLTR ha rebotado desde un mínimo de 5,92 dólares, con una ganancia acumulada de 31 veces; incluso considerando el precio de salida, la rentabilidad es de casi 19 veces.

Desde principios de 2025 hasta ahora, PLTR ha subido un 145%.

Esta compañía de datos de IA no fabrica chips, no entrena grandes modelos, ni produce productos de consumo.

Pero su lista de clientes es como los habituales en la película “Misión: Imposible”: CIA, FBI, NSA, Pentágono, Ejército de Defensa de Israel, MI5 del Reino Unido.

Lo más extraño es su valoración. La relación precio-beneficio futura de PLTR alcanza las 245 veces, mientras que el promedio del sector es de solo 24 veces; en comparación, Nvidia, a menudo considerada una burbuja de IA, tiene un PER de solo 35 veces.

¿De dónde proviene la fe?

Esta empresa, fundada por Peter Thiel, padrino de la mafia de PayPal, y que ha recibido inversiones de Wang Sicong, uno de los jóvenes ricos más conocidos de China, fue en su día despreciada en Silicon Valley como una “empresa malvada”. Ahora, se ha convertido en la estrella más codiciada en la era de la IA, la acción que representa la suerte del destino estadounidense.

Señores, el tiempo ha cambiado.

911, CIA y la bola de cristal El 11 de septiembre de 2001, las Torres Gemelas colapsaron, y la percepción de seguridad de Estados Unidos cambió para siempre.

En Silicon Valley, Thiel, un joven millonario que había obtenido 1.000 millones de dólares tras vender PayPal, reflexionaba sobre otra cuestión:

¿Podría la estrategia de lucha contra el fraude en transacciones de PayPal extenderse a otros ámbitos, como la lucha contra el terrorismo?

En ese momento, crearon el sistema antifraude más avanzado del mundo, que mediante el análisis de patrones de transacción identificaba comportamientos anómalos. ¿Y si aplicamos esa lógica a la seguridad nacional?

Pero Thiel necesitaba a alguien especial para liderar esa empresa y hacer realidad esa idea. Pensó en su antiguo compañero de la Facultad de Derecho de Stanford, Alex Karp.

Karp es el CEO más poco típico de Silicon Valley. Estudió filosofía en Harvard, obtuvo un doctorado en derecho en Stanford, y luego fue a la Universidad de Frankfurt a estudiar teoría social neoclásica, con una tesis sobre “agresividad en el mundo de la vida”.

En 2004, Thiel contrató oficialmente a Karp como CEO.

Ese mismo año, reunieron un equipo fundador peculiar: Joe Lonsdale, un genio de Stanford de 24 años; Stephen Cohen, compañero de Thiel en Stanford; y Nathan Gettings, ingeniero de PayPal, quien desarrolló el prototipo del sistema antifraude de PayPal.

La empresa se llamó “Palantir”, en referencia a la “piedra de visión” (seeing stone) de “El Señor de los Anillos” de Tolkien, una piedra mágica que puede ver a través del tiempo y el espacio, y que en la novela otorga a quien la posee una ventaja informativa.

Curiosamente, incluso nombraron sus oficinas con lugares de la Tierra Media: Palo Alto como “The Shire”, McLean, Virginia, como “Rivendell”, y Washington D.C. como “Minas Tirith”.

El capital inicial también fue inusual: 2 millones de dólares de In-Q-Tel, la rama de inversión de la CIA, y 30 millones de dólares de Thiel y su fondo de inversión Founders Fund.

En más de una década, Palantir recaudó más de 3.000 millones de dólares, con inversores que incluyen tanto las principales firmas de capital riesgo de EE.UU. como algunos personajes controvertidos, como en 2014 Wang Sicong, heredero chino, invirtió 4 millones de dólares a través de PuShi Capital, con una valoración estimada en unos 9.000 millones de dólares.

Su misión, tras el 11-S, fue especialmente clara en EE.UU.

Como dijo luego su CEO Karp, Palantir se dedica a “buscar cosas ocultas”: posibles futuros ataques terroristas.

Rastreando a Bin Laden Entre 2003 y 2006, Palantir casi desapareció del radar público.

No hubo lanzamientos de productos, ni cobertura mediática, ni siquiera señalización oficial en sus oficinas. Los ingenieros desarrollaban en un edificio discreto un software llamado “Gotham” para las agencias de inteligencia estadounidenses.

Sí, la ciudad que protege Batman.

En 2010, en Afganistán, las fuerzas estadounidenses enfrentaban a un enemigo invisible. Solo ese año, más de 200 soldados murieron por bombas improvisadas (IED), más que en los tres años anteriores juntos.

En ese momento, Gotham demostró su valor: podía unir fragmentos de información aparentemente inconexos en un panorama completo:

Un local con un sombrero morado, que el sistema marcó como anómalo, ya que el morado es muy raro en esa cultura. Siguiendo esa pista, combinando señales de teléfono, rastros de movimiento y redes sociales, confirmaron que esa persona era un insurgente que colocaba minas.

Otra gran victoria fue la muerte de Bin Laden en 2011.

Aunque no se confirmó oficialmente, varias fuentes sugieren que Palantir jugó un papel clave en la operación. En el libro “The End” de Mark Bowden, que narra la captura de Bin Laden, se describe a Palantir como una “aplicación verdaderamente asesina”.

El sistema Gotham, analizando años de datos acumulados — llamadas, transacciones financieras, movimientos de personas, redes sociales — finalmente dirigió las pistas hacia esa casa aparentemente normal.

Esta empresa, surgida del sótano de la CIA, se convirtió en un arma de datos poderosa para el gobierno de EE.UU.

El bicho raro de Silicon Valley Los contratos gubernamentales son una espada de doble filo.

Para Palantir, depender de contratos con el gobierno trajo ingresos iniciales, pero también le dejó una etiqueta difícil de quitar: “empresa gubernamental”. Esa especie de cadena invisible acompañó casi toda su trayectoria comercial.

En 2009, Palantir intentó salir del ámbito de inteligencia, y JPMorgan fue su primer gran cliente en el sector privado.

Usaron la tecnología de Palantir para control interno: monitorear correos de operadores, localización GPS, impresión y descargas, e incluso analizar transcripciones de llamadas, buscando transacciones sospechosas.

En 2011, lanzaron Foundry, una plataforma para empresas que integra datos de ventas, inventarios, finanzas y operaciones en un centro de análisis, permitiendo un uso interdepartamental más eficiente. Pero su despliegue duraba meses, cada proyecto era casi a medida, costoso y difícil de escalar.

Muchos clientes alababan la tecnología, pero se echaban atrás por los costes y el tiempo de implementación. Plataformas más ligeras como Snowflake o Databricks eran preferidas.

Mientras la comercialización no avanzaba, Palantir se vio envuelta en controversias políticas: ayudó a la CIA a combatir WikiLeaks, participó en el programa de vigilancia “Prism”, y usó reconocimiento visual para rastrear inmigrantes ilegales y manifestantes.

En una Silicon Valley dominada por la cultura progresista, todo esto la convirtió en una “empresa malvada” a ojos de muchos. Protestas en su sede y en las viviendas de Thiel y Karp no cesaron.

En 2020, antes de salir a bolsa, Palantir se mudó de Silicon Valley a Denver, rompiendo definitivamente con la Costa Oeste.

El CEO Karp expresó en una carta pública su frustración: “Proveemos software para las fuerzas armadas y agencias de inteligencia de EE.UU., para defender la seguridad nacional, pero somos criticados constantemente, mientras que las empresas que venden datos de consumidores para publicidad parecen estar bien”.

En septiembre de ese año, salió a bolsa.

Los medios le pusieron etiquetas negativas:

17 años sin beneficios: en 2019, perdió 580 millones de dólares, y en el folleto de salida a bolsa se estimaba que quizás nunca lograra ser rentable.

Dependencia excesiva del sector público: en la primera mitad de 2020, el 53,5% de sus ingresos provenían de clientes gubernamentales, y en 2024 ese porcentaje fue del 45%.

Gestión muy agresiva: en documentos ante la SEC, Palantir afirmó que sus fundadores podían modificar unilateralmente los derechos de voto.

Su precio de salida fue de 10 dólares, y dos años después cayó a 5,92 dólares.

Para el mundo exterior, una empresa tan dependiente del sector público, con fracasos comerciales, sin perspectivas de beneficios tras más de una década, parecía sin valor para invertir.

Pero, solo unos años después, su valor de mercado superó los 400.000 millones de dólares, convirtiéndose en una de las empresas tecnológicas más valiosas del mundo.

¿Cómo logró Palantir este giro de 180 grados?

Un cambio espectacular El 30 de noviembre de 2022, ChatGPT irrumpió en escena, y todo el mundo empezó a hablar de la revolución de la IA.

Pero para la mayoría de las empresas, tras la emoción vino la confusión: ChatGPT puede escribir poemas, conversar, pero no entiende mis datos de negocio, no conoce mis procesos operativos, y no puede integrarse con mis sistemas centrales.

Esa confusión fue precisamente la oportunidad para Palantir, Karp vio lo que otros no vieron.

Menos de cinco meses después del lanzamiento de ChatGPT, Palantir presentó AIP (Plataforma de Inteligencia Artificial).

AIP es, en esencia, una plataforma de agentes de IA que permite a los grandes modelos de lenguaje entender y manipular los datos reales de la empresa, aprender sus procesos, comprender su estructura de datos y familiarizarse con su lógica operativa, para convertirse en un empleado de IA que realmente entienda a la compañía.

Puede analizar datos de ERP, CRM, informes financieros y otros datos internos, e incluso ejecutar acciones.

Cuando preguntas “¿Qué línea de producción debería priorizar para mantenimiento?”, no te da solo teorías de gestión, sino que, basándose en el estado en tiempo real de los equipos, historial de mantenimiento y planificación de producción, ofrece recomendaciones concretas, e incluso puede emitir órdenes de mantenimiento automáticamente.

Eso es precisamente la capacidad central que Palantir ha acumulado en 20 años: integración de datos y automatización de decisiones.

Durante las últimas dos décadas, ha ayudado a la CIA y al FBI a gestionar datos de inteligencia, y al Pentágono a analizar información de campo, en realidad resolviendo un problema: cómo convertir datos complejos en acciones ejecutables.

La IA ha hecho posible automatizar todo esto. ChatGPT permite a cualquiera dialogar con IA, y AIP permite a cada empresa usar IA para trabajar para sí misma.

Los números financieros reflejan inmediatamente el poder de este cambio. Antes del lanzamiento de AIP, en el primer trimestre de 2023, el crecimiento de ingresos de Palantir cayó a su nivel más bajo, solo un 13%. Pero tras la introducción de AIP, la tasa de crecimiento empezó a recuperarse con fuerza, alcanzando un 23% en todo 2024.

En 2025, se produjo un crecimiento explosivo: en el primer trimestre, ingresos de 884 millones de dólares, un 39% más que el año anterior; en el segundo, 1.01 mil millones, un 48% más.

Y lo más importante, el cambio en la estructura de clientes. En el cuarto trimestre de 2023, el número de clientes comerciales en EE.UU. creció un 55% respecto al año anterior; en el cuarto trimestre de 2024, alcanzó los 711 clientes, un 43% más, y los ingresos comerciales aumentaron un 64%, superando el crecimiento del 45% en los ingresos gubernamentales.

La dependencia del sector público, que antes era criticada, se está curando. Empresas de todos los sectores, desde Chevron hasta Airbus, desde Banco Santander hasta Wenzel Spine, están en fila para desplegar AIP.

De proveedor de servicios externalizados para el gobierno, a paria de Silicon Valley, a estrella en la era de la IA, Palantir ha logrado una transformación espectacular con AIP.

El proveedor de armas de IA La revolución de la IA puede ocurrir tanto en una ventana de chat como en un campo de batalla real.

En el sector militar, Palantir ya es considerado el “proveedor de armas de IA” en Occidente.

En 2022, el CEO Karp, con botas tácticas, apareció en Kiev, y firmó varios acuerdos con el gobierno ucraniano.

Pronto, el sistema Gotham entró en combate: el comandante introduce coordenadas, el algoritmo calcula automáticamente los parámetros de disparo, y asigna la misión a la arma más eficiente. Palantir se convirtió en un actor clave en esta guerra moderna.

Palantir ya está integrado en el sistema militar de EE.UU. y de toda Occidente.

Tras la retirada de Google del proyecto Maven en 2019, Palantir tomó sin dudarlo el contrato central de IA del Pentágono. En los años siguientes, los contratos se multiplicaron: en el tercer trimestre de 2024, obtuvo un contrato de 218 millones de dólares con la Fuerza Espacial para construir un sistema de combate aeroespacial; en agosto de 2025, el Ejército de EE.UU. firmó un contrato de 10 años y 10.000 millones de dólares con Palantir.

En abril de 2025, un hito simbólico: la OTAN compró oficialmente el sistema Maven Smart de Palantir, desplegándolo en el cuartel general de operaciones conjuntas de los aliados, para mejorar la cooperación militar entre países. Este movimiento casi consagra a Palantir como el “estándar de facto” en tecnología militar occidental.

El CEO Karp, en una entrevista con The Washington Post, afirmó: “El poder de los sistemas de guerra con algoritmos avanzados es tan grande que equivale a tener armas nucleares tácticas contra adversarios solo con armas convencionales”.

A finales de 2024, Palantir publicó un anuncio en redes sociales titulado “La batalla no ha comenzado, la victoria ya está decidida”. No solo es marketing, sino una declaración de intenciones.

El poder de Palantir va mucho más allá de Peter Thiel. Elon Musk, también miembro de la mafia de PayPal, está construyendo junto a Thiel un ecosistema de IA militar sin precedentes: Palantir proporciona análisis de datos en el campo de batalla, SpaceX con su red Starlink apoya las comunicaciones, y X(Twitter) lidera la guerra de información y opinión pública.

Este emergente complejo militar-industrial está redefiniendo la forma de hacer guerra en el siglo XXI.

El nacimiento de la acción de fe El auge de AIP y la obtención de grandes contratos militares impulsaron el precio de las acciones de Palantir en una carrera alcista:

De 20 dólares en mayo de 2023, a 60 dólares en noviembre de 2024, cuando entró en el S&P 500, y a un máximo histórico de 187,99 dólares en agosto de 2025, casi 10 veces más en poco más de dos años.

En la industria SaaS, existe la conocida “regla de los 40” para evaluar la salud de una empresa: la suma del crecimiento anual de ingresos y el margen de beneficios, si supera el 40%, se considera excelente.

En el primer trimestre de 2025, esa cifra en Palantir fue del 83%.

Luego, llegó el ejército de inversores minoristas.

En Reddit, el subreddit r/PLTR congrega a 108.000 “creyentes”, que analizan cada informe financiero, interpretan las declaraciones del CEO, e incluso le ponen apodos a la empresa. Para ellos, Palantir no es solo una compañía de software, sino una extensión del destino de EE.UU.

Para estos inversores minoristas, comprar PLTR no es apostar por una empresa, sino por un orden mundial. Mientras EE.UU. mantenga su hegemonía militar global, Palantir seguirá prosperando.

El CEO Karp nunca oculta su postura política. Ha declarado públicamente: “Siempre hemos tenido una visión pro-occidental, creemos que Occidente tiene un modo de vida y una organización superiores”.

En la carta a los accionistas de 2024, citó a Samuel Huntington: “El auge de Occidente no se debe a la superioridad de ideas o valores, sino a la superioridad en el uso de la violencia organizada”.

A principios de 2025, Karp publicó un libro titulado “La República Tecnológica” (The Technological Republic).

En él, cuestiona a las empresas tecnológicas de Silicon Valley:

“¿Por qué las empresas de Silicon Valley solo se preocupan por la comida a domicilio y las redes sociales, y no por la seguridad nacional?”

Para él, la responsabilidad de las empresas tecnológicas no es solo ganar dinero, sino moldear activamente el orden político mundial.

Este nacionalismo tecnológico tan abierto es muy raro en Silicon Valley. Cuando Google abandonó el proyecto Maven tras protestas de empleados, Palantir tomó el relevo sin dudarlo, dejando claro que quiere ser el “armamento digital” de EE.UU. en la carrera armamentística de IA.

En agosto de 2025, la valoración de Palantir alcanzó los 443.55 mil millones de dólares, convirtiéndola en la 21ª compañía más valiosa del mundo. ¿Qué significa esa cifra?

Supera en valor a la suma de Lockheed Martin, Raytheon y Northrop Grumman, los tres gigantes militares tradicionales, que en conjunto no valen tanto como esta empresa de menos de 4.000 empleados.

Con un PER de 245, que refleja la esencia de la acción de fe: no se trata de flujo de caja o modelos de valoración, sino de una creencia simple de que, en un mundo cada vez más peligroso, EE.UU. necesita a Palantir.

¿Seguirá subiendo el precio? Nadie lo sabe. Pero lo que está claro es que, en una era de reconfiguración geopolítica, apostar por la “destino de EE.UU.” se ha convertido en la lógica de inversión más sencilla desde el otro lado del Atlántico, y Palantir es precisamente el mejor vehículo para esa fe.

Quizá sea la “acción de destino” más cara de la historia, pero para los creyentes, ese es precisamente su valor.

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