Una organización de blockchain en Sudamérica está planificando un experimento interesante: trasladar los metales preciosos a la blockchain.

Su idea es aprovechar las características de Ethereum para tokenizar metales preciosos como el oro y la plata. Los beneficios de hacerlo son evidentes: desde la extracción en la mina hasta la entrada en la tesorería del gobierno, cada paso en la cadena puede ser registrado, formando una cadena de trazabilidad completa.

En pocas palabras, se trata de usar la transparencia de la blockchain para luchar contra la corrupción, haciendo que el flujo de recursos sea claro a simple vista. Quien mueva un gramo de oro, en qué momento y cómo, todo queda registrado en la cadena, difícil de ocultar. Para regiones que han enfrentado problemas en la gestión de recursos, esta idea resulta realmente atractiva—puede verificar la autenticidad de los activos y también optimizar la eficiencia de la cadena de suministro.

Por supuesto, esto aún está en fase de planificación, y la implementación enfrentará una serie de desafíos técnicos, legales y operativos. Pero ver cómo la blockchain se extiende desde los activos virtuales a los activos físicos refleja el esfuerzo de la industria por explorar más escenarios prácticos.