Los seres humanos, una vez que dejan de internalizarse, no dudan y actúan con decisión, son realmente aterradores. La historia ha demostrado esto una y otra vez.
Por eso, Dios diseñó un mecanismo que te hace más débil y más indeciso. Este mecanismo ha sido descubierto por diferentes corrientes; algunos lo llaman ello, superyó, algunos lo llaman apego al ego, otros lo llaman conciencia de Alaya. No importa cómo se llame, podemos entenderlo simplemente como un pequeño duende.
Este pequeño duende se alimenta exclusivamente de estas emociones negativas, y tu relación con él tiene un cierto ciclo de ascenso y descenso. Cuanto más ansioso, arrepentido, nervioso o deprimido estás, más se fortalece este duende, y tu propia voluntad se vuelve más débil. Al final, quieres hacer algo, pero no te atreves, y eso se convierte en impotencia aprendida. Con el tiempo, se convierte en depresión. Cuando alcanzas ese nivel de depresión, casi no puedes vencer a ese duende; casi solo queda la opción de la autodestrucción conjunta. Es un poco como nuestro sistema inmunológico: en condiciones normales, puede protegernos, pero si se vuelve demasiado fuerte, puede volverse en nuestra contra.
Para no llegar a ese punto, solo puedes debilitarlo y fortalecerte a ti mismo.
Por suerte, aunque los nombres varían entre las diferentes corrientes, la forma de reducir su influencia es muy similar: reconocerlo y observarlo sin emociones. Eso es suficiente. Es así de simple. Porque mientras solo lo observes sin emociones, estarás cortándole su alimento. Si no come, naturalmente se debilitará.
Y si aún crees que no es suficiente, entonces fortalécete más. La forma de hacerlo también es muy sencilla: haz lo que quieras y complétalo. Gana, cuanto más ganes, más fuerte te volverás. El miedo a fracasar en realidad es solo alimentarlo a él. Lo que debes hacer es primero reconocer y aceptar tu cobardía; si haces esto, te sentirás más tranquilo.
¿Puedes sentir vergüenza y luego tener valor para fortalecerte? Todo depende de tu determinación.
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Los seres humanos, una vez que dejan de internalizarse, no dudan y actúan con decisión, son realmente aterradores. La historia ha demostrado esto una y otra vez.
Por eso, Dios diseñó un mecanismo que te hace más débil y más indeciso. Este mecanismo ha sido descubierto por diferentes corrientes; algunos lo llaman ello, superyó, algunos lo llaman apego al ego, otros lo llaman conciencia de Alaya. No importa cómo se llame, podemos entenderlo simplemente como un pequeño duende.
Este pequeño duende se alimenta exclusivamente de estas emociones negativas, y tu relación con él tiene un cierto ciclo de ascenso y descenso. Cuanto más ansioso, arrepentido, nervioso o deprimido estás, más se fortalece este duende, y tu propia voluntad se vuelve más débil. Al final, quieres hacer algo, pero no te atreves, y eso se convierte en impotencia aprendida. Con el tiempo, se convierte en depresión.
Cuando alcanzas ese nivel de depresión, casi no puedes vencer a ese duende; casi solo queda la opción de la autodestrucción conjunta. Es un poco como nuestro sistema inmunológico: en condiciones normales, puede protegernos, pero si se vuelve demasiado fuerte, puede volverse en nuestra contra.
Para no llegar a ese punto, solo puedes debilitarlo y fortalecerte a ti mismo.
Por suerte, aunque los nombres varían entre las diferentes corrientes, la forma de reducir su influencia es muy similar: reconocerlo y observarlo sin emociones. Eso es suficiente. Es así de simple.
Porque mientras solo lo observes sin emociones, estarás cortándole su alimento. Si no come, naturalmente se debilitará.
Y si aún crees que no es suficiente, entonces fortalécete más. La forma de hacerlo también es muy sencilla: haz lo que quieras y complétalo. Gana, cuanto más ganes, más fuerte te volverás.
El miedo a fracasar en realidad es solo alimentarlo a él. Lo que debes hacer es primero reconocer y aceptar tu cobardía; si haces esto, te sentirás más tranquilo.
¿Puedes sentir vergüenza y luego tener valor para fortalecerte? Todo depende de tu determinación.