A aquellos que quieren ser nómadas digitales y también hacerse un nombre en la cadena, una verdad:

Si puedes evitar África, no vayas.
No es discriminación, sino que la realidad es dura.

Mucha gente piensa que donde es barato, flexible y no hay control, es adecuado para trabajar a distancia y jugar con criptomonedas. Pero al llegar al aeropuerto te das cuenta: la infraestructura no es estable, la electricidad no es fiable, la red tampoco, y la seguridad aún menos. Las videollamadas dependen de la suerte, y ni hablar de los activos que llevas en tu computadora, que pueden valer decenas de miles, si alguien se interesa en ti, ni siquiera podrás denunciarlo.

Los países desarrollados tienen sus razones para ser caros: sistemas estables, seguridad sólida, atención médica fiable, redes estables, y la ley también te protege más. Lo que más asusta en este campo no es el desplome del mercado, sino que en un país desconocido te pase algo y nadie pueda ayudarte.

La libertad del nómada digital es verdadera libertad, pero el pretexto es la seguridad, el control y la previsibilidad.
No confundas la aventura con el romance.