Muchas veces, la razón por la que una persona no logra tener éxito no es por falta de capacidad, ni por mala suerte, sino por culpa de los padres.

Esta frase suena dura, pero es tan real que duele.

Cuando tenía poco más de veinte años, aún trabajaba en el sector público con un sueldo de 3000 yuanes.

En aquel entonces, el bitcoin apenas costaba unos cientos de yuanes. Leía en los foros cómo la gente discutía sobre “descentralización” y la “revolución de las monedas digitales”, y en mi interior sentía una corazonada: esto es una oportunidad, quizás una bifurcación del destino.

Pensé en dejar mi trabajo, en pedir un préstamo, incluso en apostarlo todo. Pero cuando mis padres se enteraron, lloraron desconsoladamente.

Decían que era una estafa, que “hay que buscar estabilidad”, que “no se puede perder el trabajo fijo”, que “no te metas en líos”.

En su visión del mundo, la llamada “estabilidad” era más importante que cualquier sueño. Así que me eché atrás, seguí yendo y viniendo del trabajo, cobrando un sueldo mísero, viendo cómo aquellos bitcoins de unos cientos subían hasta varios miles, decenas de miles.

En ese momento entendí: mucha gente no pierde contra los demás en la vida, sino que pierde por la visión limitada de sus propios padres.

Ahora mis padres son mayores, su salud no es buena, y los gastos médicos mensuales son de decenas de miles. Trabajo desesperadamente para ganar dinero, pero me doy cuenta de que toda mi ansiedad y presión son el precio de no haberme atrevido a dar el paso en aquel entonces.

Ellos me protegieron toda la vida con su miedo, pero también con ese miedo destruyeron la otra vida que podría haber tenido.

Muchos piensan que “ser filial” es obedecer, pero la verdadera piedad filial es no dejar que tu vida sea definida por los miedos de la generación anterior.

La experiencia de los padres fue válida en su época, pero en el mundo de hoy, esas experiencias se han convertido en grilletes.

Todos amamos a nuestros padres, pero también debemos reconocer con claridad: a veces, no intentan hacerte daño a propósito, simplemente tienen miedo.

Pero si dejas que ese miedo te acompañe toda la vida, entonces tu vida, también, habrá terminado ahí.