A veces, la evolución del precio de Bitcoin parece realmente esotérica. He revisado las velas de los últimos diez años y he descubierto un fenómeno bastante curioso: si noviembre cierra en rojo, diciembre probablemente tampoco irá mucho mejor.

Mira los datos si no te lo crees. En 2013, por ejemplo, noviembre cayó casi un 30% y diciembre fue aún peor, evaporándose un 35%. En 2015 igual, noviembre bajó un 18% y diciembre siguió cayendo un 13%. Lo más bestia fue en 2018: desplome de más del 36% en noviembre y diciembre siguió en rojo. En 2019 y 2022 el guion fue prácticamente el mismo.

Ahí está la pauta, y la verdad es que llama la atención. Pero ¿fiarse ciegamente de esto? No necesariamente.

Lo más irracional del mercado cripto es que siempre puede sorprenderte. 2023 fue justo lo contrario: noviembre subió y diciembre también, tirando por tierra la teoría de que “noviembre verde garantiza diciembre verde”.

¿Qué significa esto? Que el mercado está cambiando. La situación ahora no es ni de lejos la de hace unos años. El dinero institucional ha entrado a lo grande, las regulaciones de cada país van cambiando constantemente y la economía global está más compleja que nunca. Basta que una variable se descontrole para que todo el panorama cambie.

Así que la pregunta ahora es: en 2025, si noviembre vuelve a bajar, ¿qué pasará en diciembre?

Según la vieja costumbre habría que ser bajista, pero puede que esta vez sea la excepción. Al fin y al cabo, el sentimiento del mercado puede cambiar en un instante con una sola noticia. Ayer todo el mundo vendía por pánico, y hoy, gracias a una buena noticia, el mercado se da la vuelta.

Los datos históricos pueden servir de referencia, pero no son la Biblia. Si quieres sobrevivir en este mercado, no basta con aplicar una fórmula. Nadie puede asegurar si la historia se repetirá. Puede que siga el guion o que haya un giro inesperado; solo queda observar y esperar.

En este mundillo, siempre es mejor guardarse un as bajo la manga. Porque la única certeza es que aquí nada es seguro.