El extremismo dorado de alta intensidad de Peter Schiff contrasta con la defensa racional y basada en casos de uso de Bitcoin por parte de CZ. Schiff sostiene que el oro tokenizado actualiza digitalmente un metal escaso y útil en la industria, manteniendo su papel como reserva de valor eterna y mejorando sus propiedades monetarias: la titularidad puede transferirse al instante mientras los lingotes permanecen en la bóveda. En su opinión, Bitcoin no es más que otro activo sin respaldo cuyo precio depende de la confianza, mientras que el valor del oro se basa en su utilidad en el mundo real y en miles de años de historia monetaria.

CZ rebate enfatizando que muchas partes de la economía actual ya funcionan sobre registros virtuales y argumenta que el valor de Bitcoin proviene de su diseño sin confianza, su comunidad global y sus usos en el mundo real, desde personas en África pagando facturas en minutos hasta millones gastando a través de tarjetas cripto. Destaca que el oro tokenizado sigue requiriendo confianza en el emisor y en la bóveda, mientras que Bitcoin no la necesita. Nunca llegaron a un acuerdo sobre qué debería ser el “dinero sano”: Schiff basa su visión en la escasez física y la demanda industrial, mientras que CZ la fundamenta en la red, la apertura y la resistencia a la censura. Sin embargo, su conflicto revela de forma nítida las divisiones centrales que se están formando en el debate sobre el futuro del dinero.

El debate subraya el cambio de narrativa: el extremismo dorado ahora suena a la defensiva, mientras que la escasez digital parece inevitable. CZ finalmente guiñó un ojo al público: “Creo que al oro le irá bien, pero a Bitcoin le irá mejor.”