La Seguridad Social enfrenta un problema genuino, pero no el que piensas. ¿La narrativa común? El Congreso ha saqueado $2.9 billones del programa. ¿La historia real? Es mucho más complicada.
Aquí está lo que es real: el Fondo Fiduciario de la Seguridad Social se agotará para 2034 a menos que el Congreso actúe. Más de 63 millones de estadounidenses dependen de él, y más de un tercio confía en los cheques para mantenerse por encima de la línea de pobreza. Cuando las reservas se agoten, podrían seguir recortes de beneficios de hasta el 21%—esa es la amenaza real que mantiene despiertos a los expertos en políticas.
Dónde fueron los $2.9 Trillones (Y por qué no fue “robado”)
Desde 1983, la Seguridad Social ha recaudado más de lo que ha pagado cada año, acumulando casi $2.9 billones en superávits netos. Por ley, este dinero no podía simplemente quedarse en una bóveda; tenía que ser invertido en bonos especiales del gobierno de EE. UU.
Aquí está la clave: el Congreso tomó prestado de la Seguridad Social, pero no malversó los fondos. La diferencia importa.
¿Qué ocurrió realmente:
La Seguridad Social prestó al gobierno federal $2.9 billones
A cambio, el programa mantiene bonos del gobierno que generan intereses
A finales de 2018, esos bonos ofrecieron un rendimiento promedio del 2.85% anual.
Entre 2018 y 2027, se proyecta que la Seguridad Social recolectará $804 mil millones en ingresos por intereses
La situación real: La Seguridad Social no tiene efectivo. Está en posesión de valores del Tesoro. ¿Semántica? No del todo; es la diferencia entre la solvencia y la insolvencia.
Por qué exigir el reembolso rompería realmente el programa
Algunos reformadores argumentan: “Simplemente haga que el Congreso reembolse los $2.9 billones y el Seguro Social estará solucionado.”
Movimiento equivocado. Aquí está el porqué:
Las reservas de activos no cambian: Ya sea que la Seguridad Social tenga bonos o efectivo, sigue teniendo $2.9 billones en activos. Intercambiar uno por el otro no resuelve nada.
Los ingresos por intereses se evaporan: El efectivo en una bóveda genera cero retorno. Los bonos actualmente generan casi $100 mil millones anualmente. Pierde los bonos, pierde la fuente de ingresos.
La inflación consume efectivo: El efectivo que se mantiene se deprecia frente a la inflación cada año. Los bonos del Tesoro al menos generan intereses para compensar esa erosión.
Aumento de los costos de endeudamiento federal: Si el gobierno tuviera que reemplazar $2.9 billones en capacidad de endeudamiento en otro lugar, enfrentaría tasas de interés más altas en el mercado.
La verdad incómoda
El Congreso no “robó” del Seguro Social; legalmente tomó prestado de él. El verdadero problema no es el endeudamiento pasado; es la solvencia futura. La demografía cambió (la mayor longevidad, las tasas de natalidad más bajas, las jubilaciones de los baby boomers), y las matemáticas ya no funcionan.
¿La solución? Aumentar impuestos, recortar beneficios o reestructurar el programa por completo. No hay una solución mágica de $2.9 billones. Entender esta distinción es importante porque un diagnóstico erróneo del problema lleva a políticas equivocadas.
Conclusión: El Fondo Fiduciario de la Seguridad Social tiene una fecha límite real (2034), pero culpar al Congreso por “robo” no aborda lo que realmente necesita ser reparado.
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¿El "préstamo" de $2.9 billones de la Seguridad Social al Congreso: mito o realidad?
La crisis que en realidad no es una crisis
La Seguridad Social enfrenta un problema genuino, pero no el que piensas. ¿La narrativa común? El Congreso ha saqueado $2.9 billones del programa. ¿La historia real? Es mucho más complicada.
Aquí está lo que es real: el Fondo Fiduciario de la Seguridad Social se agotará para 2034 a menos que el Congreso actúe. Más de 63 millones de estadounidenses dependen de él, y más de un tercio confía en los cheques para mantenerse por encima de la línea de pobreza. Cuando las reservas se agoten, podrían seguir recortes de beneficios de hasta el 21%—esa es la amenaza real que mantiene despiertos a los expertos en políticas.
Dónde fueron los $2.9 Trillones (Y por qué no fue “robado”)
Desde 1983, la Seguridad Social ha recaudado más de lo que ha pagado cada año, acumulando casi $2.9 billones en superávits netos. Por ley, este dinero no podía simplemente quedarse en una bóveda; tenía que ser invertido en bonos especiales del gobierno de EE. UU.
Aquí está la clave: el Congreso tomó prestado de la Seguridad Social, pero no malversó los fondos. La diferencia importa.
¿Qué ocurrió realmente:
La situación real: La Seguridad Social no tiene efectivo. Está en posesión de valores del Tesoro. ¿Semántica? No del todo; es la diferencia entre la solvencia y la insolvencia.
Por qué exigir el reembolso rompería realmente el programa
Algunos reformadores argumentan: “Simplemente haga que el Congreso reembolse los $2.9 billones y el Seguro Social estará solucionado.”
Movimiento equivocado. Aquí está el porqué:
Las reservas de activos no cambian: Ya sea que la Seguridad Social tenga bonos o efectivo, sigue teniendo $2.9 billones en activos. Intercambiar uno por el otro no resuelve nada.
Los ingresos por intereses se evaporan: El efectivo en una bóveda genera cero retorno. Los bonos actualmente generan casi $100 mil millones anualmente. Pierde los bonos, pierde la fuente de ingresos.
La inflación consume efectivo: El efectivo que se mantiene se deprecia frente a la inflación cada año. Los bonos del Tesoro al menos generan intereses para compensar esa erosión.
Aumento de los costos de endeudamiento federal: Si el gobierno tuviera que reemplazar $2.9 billones en capacidad de endeudamiento en otro lugar, enfrentaría tasas de interés más altas en el mercado.
La verdad incómoda
El Congreso no “robó” del Seguro Social; legalmente tomó prestado de él. El verdadero problema no es el endeudamiento pasado; es la solvencia futura. La demografía cambió (la mayor longevidad, las tasas de natalidad más bajas, las jubilaciones de los baby boomers), y las matemáticas ya no funcionan.
¿La solución? Aumentar impuestos, recortar beneficios o reestructurar el programa por completo. No hay una solución mágica de $2.9 billones. Entender esta distinción es importante porque un diagnóstico erróneo del problema lleva a políticas equivocadas.
Conclusión: El Fondo Fiduciario de la Seguridad Social tiene una fecha límite real (2034), pero culpar al Congreso por “robo” no aborda lo que realmente necesita ser reparado.