Un alto funcionario del banco central expresó recientemente su preocupación por los efectos en cadena de un sentimiento excesivamente cauteloso por parte de los consumidores y las empresas. Esta postura defensiva podría persistir hasta finales de 2025 y extenderse a lo largo de 2026, lo que podría afectar el impulso económico.

Más sorprendente fue la observación sobre una creciente tendencia global: la independencia operativa de los bancos centrales enfrenta una presión creciente. A medida que la influencia política se infiltra en las esferas de la política monetaria en todo el mundo, la tradicional barrera entre los gobiernos y las autoridades de fijación de tasas parece cada vez más frágil. Para los mercados de criptomonedas y los activos de riesgo, esta erosión de la independencia institucional podría amplificar la volatilidad y remodelar los flujos de capital de maneras impredecibles.