Aquí está el dilema: para solucionar el débil consumo interno, los responsables de políticas tendrían que eliminar los subsidios y las ventajas estructurales que impulsaron el sector manufacturero. Pero aquí está el truco: ¿puede la manufactura mantenerse globalmente dominante sin esas mismas ventajas? La historia sugiere que no. Cada economía que intentó reequilibrarse enfrentó esta tensión exacta: aumentar la demanda interna o preservar el poder de exportación. Rara vez se obtiene ambos. Las transferencias implícitas que apoyan la producción vinieron a expensas del poder adquisitivo de los hogares. ¿Revertir ese flujo? Los márgenes de manufactura se comprimen. ¿Mantenerlo? Los mercados internos permanecen anémicos. Los casos pasados muestran que esto no es solo teoría: es una trampa estructural sin salidas limpias.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
11 me gusta
Recompensa
11
5
Republicar
Compartir
Comentar
0/400
PessimisticOracle
· hace12h
Ah, este es el clásico problema del pez y la zancada... No hay forma de tenerlo todo, la historia está aquí.
Ver originalesResponder0
DYORMaster
· hace12h
El típico problema de elegir entre el pez y la pata de oso... ¿Ventaja de exportación y demanda interna, una elección fundamental, y aún así hay que caer en la trampa después de lo que la historia nos ha enseñado?
Ver originalesResponder0
UncommonNPC
· hace12h
Esto es un callejón sin salida, la industria manufacturera hacer dinero consumo tiene que pasar hambre, realmente no se puede atender a ambos.
Aquí está el dilema: para solucionar el débil consumo interno, los responsables de políticas tendrían que eliminar los subsidios y las ventajas estructurales que impulsaron el sector manufacturero. Pero aquí está el truco: ¿puede la manufactura mantenerse globalmente dominante sin esas mismas ventajas? La historia sugiere que no. Cada economía que intentó reequilibrarse enfrentó esta tensión exacta: aumentar la demanda interna o preservar el poder de exportación. Rara vez se obtiene ambos. Las transferencias implícitas que apoyan la producción vinieron a expensas del poder adquisitivo de los hogares. ¿Revertir ese flujo? Los márgenes de manufactura se comprimen. ¿Mantenerlo? Los mercados internos permanecen anémicos. Los casos pasados muestran que esto no es solo teoría: es una trampa estructural sin salidas limpias.