Recientemente me di cuenta de que tengo que forzarme a salir y ver a gente.

Desde que esa oleada de airdrops cayó, pensé que finalmente podría seguir en este círculo un tiempo más. ¿Y qué pasó? Básicamente, toda la socialización se cortó. Antes tenía invitaciones a cenas y clubes nocturnos, y sin pensarlo dos veces iba. ¿Ahora? Todo el día pegado a la pantalla revisando el mercado y siguiendo noticias, si gano, pido un costoso delivery para recompensarme, si pierdo, juego toda la noche para adormecer los nervios, y cuando no puedo dormir, busco a mis amigos para desahogarme.

En dos meses, he engordado quince kilos.

Este estado de vida es bastante mágico: los números de la billetera saltan, pero uno está atrapado en la silla sin poder moverse. Es hora de despertar, realmente necesito salir a caminar, aunque sea sólo para cambiar de ambiente y sentarme a divagar.