Las secuelas del reciente cierre del gobierno de EE. UU. siguen sacudiendo el mercado cripto. Desde el 1 de octubre, los demócratas y republicanos se negaron a ceder en los subsidios de salud, lo que llevó a un cierre federal de 41 días. No fue hasta el 13 de noviembre que el Senado aprobó el presupuesto provisional. Esto no es solo un asunto estadounidense: a través de los canales financieros, impactó directamente la liquidez del criptoespacio global.
El drenaje de liquidez: el efecto agujero negro de la cuenta fiscal
Dato clave: el saldo de la cuenta TGA del Tesoro de EE. UU. se disparó de 30.000 millones a más de 100.000 millones de dólares, lo que equivale a retirar más de 70.000 millones de dólares en efectivo del mercado.
En condiciones normales, la fiscalidad estadounidense es un sistema circular: ingresos fiscales, emisión de bonos, depósito en la cuenta TGA y, a través del gasto público, el dinero vuelve al mercado. El cierre rompió ese equilibrio: los impuestos se siguieron recaudando (54.360 millones en septiembre), pero el gasto se estancó (solo 34.570 millones en septiembre). El resultado: solo entra dinero, no sale, y la TGA se convierte en un agujero negro financiero.
Esto elevó directamente el coste de financiación en dólares. La tasa repo overnight (GC Repo) se disparó 22 puntos básicos el 31 de octubre, muy por encima del rango objetivo de la Fed. Los bancos comerciales hicieron un uso masivo de la facilidad de recompra permanente de la Fed, alcanzando máximos históricos. Funcionarios de la Fed admiten en privado que el efecto restrictivo del aumento de la TGA equivale a varias subidas de tipos.
Los más afectados en el mundo cripto fueron los creadores de mercado. Un responsable de riesgos de una gran firma de market making reveló: “Durante el cierre, nuestro coste de financiación en dólares más que se duplicó, y nos vimos obligados a reducir drásticamente nuestra actividad de mercado.” El resultado: los spreads se ampliaron, la profundidad de mercado cayó y las grandes operaciones podían hundir el precio fácilmente.
La gestión de reservas de las stablecoins también recibió un golpe. La mayoría de las stablecoins están respaldadas por bonos a corto plazo o activos en dólares; el bloqueo de liquidez afecta directamente a los emisores. La prima OTC de stablecoins cayó del +0,3% al -1,1%, señal de que la “falsa escasez” de dólares ya se transmitió al sector cripto.
En el plano psicológico: agujero negro de datos + ruido político = aversión al riesgo máxima
Otro daño, más oculto pero más letal: el giro del sentimiento del mercado.
El cierre paralizó organismos estadísticos como el Departamento de Trabajo y Comercio, se suspendió la publicación de datos clave como IPC y empleo no agrícola. El economista jefe de JPMorgan decía en un informe: “Tomar decisiones sin datos es como un ciego palpando un elefante.” El mercado quedó a ciegas.
Al mismo tiempo, Trump anunció amenazas arancelarias, la guerra en Ucrania se intensificó, y la situación en Oriente Medio se volvió tensa… Incertidumbre por todos lados. El índice del miedo de la Universidad de Chicago cayó a 23, zona de miedo extremo.
En esta “tormenta perfecta”, los inversores empezaron a deshacerse de los activos de riesgo. El sector cripto, considerado el “activo de máximo riesgo”, fue el primero en sufrir. Cuatro semanas seguidas de salidas netas, los fondos cripto registraron reembolsos por 4.700 millones de dólares. Un gestor de hedge fund de Wall Street confesó: “Con este nivel de incertidumbre, lo primero es recortar exposición al riesgo, y cripto es siempre lo primero que cae.”
Presión vendedora + reducción de market makers = reacción en cadena. Bajada de precios → liquidaciones de apalancados → más presión vendedora → el mercado se seca. Se forma el círculo vicioso de “bajada de precio → liquidación → venta forzada → más bajada”.
Fin del cierre: señales de rebote ya a la vista
La buena noticia es que, tras la aprobación en el Senado el 11 de noviembre, el Tesoro necesita devolver la cuenta TGA a 60.000 millones, lo que implica liberar al menos 50.000 millones de liquidez al mercado.
Los datos históricos son elocuentes:
Tras el cierre de octubre de 2013, BTC subió un 54% en 30 días
Tras el cierre de 2018-2019, BTC subió un 15% en 30 días
Recién finalizado este cierre, BTC ya ha rebotado superando los 15.000 dólares.
Trump incluso ha insinuado un plan de “dividendo arancelario” de 40.000 millones de dólares; si se implementa, será otra inyección de liquidez. En el aspecto técnico, BTC parece haber encontrado su “precio de salida a bolsa” (señal de suelo confirmado). Si supera la resistencia de 104.300 dólares, el objetivo técnico apunta a 119.900 o incluso 175.500 dólares.
Conclusión: el estancamiento político estadounidense es como una piedra lanzada al estanque financiero, y las ondas acaban llegando a cada rincón del sector cripto. Solo quienes entienden bien estas conexiones podrán aprovechar mejor la próxima oportunidad de ciclo.
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¿Cómo afectó al sector cripto el cierre del gobierno de EE. UU. durante 41 días? Explicación detallada de dos cadenas de transmisión
Las secuelas del reciente cierre del gobierno de EE. UU. siguen sacudiendo el mercado cripto. Desde el 1 de octubre, los demócratas y republicanos se negaron a ceder en los subsidios de salud, lo que llevó a un cierre federal de 41 días. No fue hasta el 13 de noviembre que el Senado aprobó el presupuesto provisional. Esto no es solo un asunto estadounidense: a través de los canales financieros, impactó directamente la liquidez del criptoespacio global.
El drenaje de liquidez: el efecto agujero negro de la cuenta fiscal
Dato clave: el saldo de la cuenta TGA del Tesoro de EE. UU. se disparó de 30.000 millones a más de 100.000 millones de dólares, lo que equivale a retirar más de 70.000 millones de dólares en efectivo del mercado.
En condiciones normales, la fiscalidad estadounidense es un sistema circular: ingresos fiscales, emisión de bonos, depósito en la cuenta TGA y, a través del gasto público, el dinero vuelve al mercado. El cierre rompió ese equilibrio: los impuestos se siguieron recaudando (54.360 millones en septiembre), pero el gasto se estancó (solo 34.570 millones en septiembre). El resultado: solo entra dinero, no sale, y la TGA se convierte en un agujero negro financiero.
Esto elevó directamente el coste de financiación en dólares. La tasa repo overnight (GC Repo) se disparó 22 puntos básicos el 31 de octubre, muy por encima del rango objetivo de la Fed. Los bancos comerciales hicieron un uso masivo de la facilidad de recompra permanente de la Fed, alcanzando máximos históricos. Funcionarios de la Fed admiten en privado que el efecto restrictivo del aumento de la TGA equivale a varias subidas de tipos.
Los más afectados en el mundo cripto fueron los creadores de mercado. Un responsable de riesgos de una gran firma de market making reveló: “Durante el cierre, nuestro coste de financiación en dólares más que se duplicó, y nos vimos obligados a reducir drásticamente nuestra actividad de mercado.” El resultado: los spreads se ampliaron, la profundidad de mercado cayó y las grandes operaciones podían hundir el precio fácilmente.
La gestión de reservas de las stablecoins también recibió un golpe. La mayoría de las stablecoins están respaldadas por bonos a corto plazo o activos en dólares; el bloqueo de liquidez afecta directamente a los emisores. La prima OTC de stablecoins cayó del +0,3% al -1,1%, señal de que la “falsa escasez” de dólares ya se transmitió al sector cripto.
En el plano psicológico: agujero negro de datos + ruido político = aversión al riesgo máxima
Otro daño, más oculto pero más letal: el giro del sentimiento del mercado.
El cierre paralizó organismos estadísticos como el Departamento de Trabajo y Comercio, se suspendió la publicación de datos clave como IPC y empleo no agrícola. El economista jefe de JPMorgan decía en un informe: “Tomar decisiones sin datos es como un ciego palpando un elefante.” El mercado quedó a ciegas.
Al mismo tiempo, Trump anunció amenazas arancelarias, la guerra en Ucrania se intensificó, y la situación en Oriente Medio se volvió tensa… Incertidumbre por todos lados. El índice del miedo de la Universidad de Chicago cayó a 23, zona de miedo extremo.
En esta “tormenta perfecta”, los inversores empezaron a deshacerse de los activos de riesgo. El sector cripto, considerado el “activo de máximo riesgo”, fue el primero en sufrir. Cuatro semanas seguidas de salidas netas, los fondos cripto registraron reembolsos por 4.700 millones de dólares. Un gestor de hedge fund de Wall Street confesó: “Con este nivel de incertidumbre, lo primero es recortar exposición al riesgo, y cripto es siempre lo primero que cae.”
Presión vendedora + reducción de market makers = reacción en cadena. Bajada de precios → liquidaciones de apalancados → más presión vendedora → el mercado se seca. Se forma el círculo vicioso de “bajada de precio → liquidación → venta forzada → más bajada”.
Fin del cierre: señales de rebote ya a la vista
La buena noticia es que, tras la aprobación en el Senado el 11 de noviembre, el Tesoro necesita devolver la cuenta TGA a 60.000 millones, lo que implica liberar al menos 50.000 millones de liquidez al mercado.
Los datos históricos son elocuentes:
Recién finalizado este cierre, BTC ya ha rebotado superando los 15.000 dólares.
Trump incluso ha insinuado un plan de “dividendo arancelario” de 40.000 millones de dólares; si se implementa, será otra inyección de liquidez. En el aspecto técnico, BTC parece haber encontrado su “precio de salida a bolsa” (señal de suelo confirmado). Si supera la resistencia de 104.300 dólares, el objetivo técnico apunta a 119.900 o incluso 175.500 dólares.
Conclusión: el estancamiento político estadounidense es como una piedra lanzada al estanque financiero, y las ondas acaban llegando a cada rincón del sector cripto. Solo quienes entienden bien estas conexiones podrán aprovechar mejor la próxima oportunidad de ciclo.