Está teniendo lugar una pugna de poder monetario a plena vista, y casi nadie comprende realmente lo que está en juego. Aquí te presento mi visión, decididamente especulativa.
Durante los últimos meses, ha surgido un patrón que conecta política, mercados y medios. Titulares aparentemente inconexos empiezan a encajar, las anomalías de mercado parecen menos casuales y los grandes actores institucionales muestran una agresividad inusitada. Hay algo más profundo ocurriendo bajo la superficie.
No se trata de un ciclo monetario habitual.
No es un enfrentamiento político tradicional.
No estamos ante “volatilidad de mercado”.
Lo que presenciamos es un choque directo entre dos regímenes monetarios rivales:
El antiguo orden… centrado en JPMorgan, Wall Street y la Reserva Federal.
Y el nuevo orden… con epicentro en el Tesoro, las stablecoins y una arquitectura digital basada en Bitcoin.
Este conflicto ha dejado de ser teórico. Se libra en tiempo real. Se acelera. Y por primera vez en décadas, salta a la esfera pública.
Lo siguiente es un intento de trazar el verdadero campo de batalla… ese que la mayoría de analistas no detecta porque siguen aplicando un marco 1970–2010 a un mundo que ya rompe sus propios límites.
Casi todos consideran JPMorgan un banco. Ese es el error.
JPM actúa como el brazo operativo del establishment financiero global… la entidad que opera más cerca de los mecanismos centrales de la Reserva Federal, influye en la liquidación global de dólares y ejerce de principal ejecutor del viejo engranaje monetario.
Por eso, cuando Trump mencionó la red de Epstein y señaló expresamente a JPMorgan (en vez de a individuos concretos), no fue una simple figura retórica. Arrastró a la institución más incrustada del sistema a la narrativa pública.

Mientras tanto:
Nada de esto es habitual.
Todo forma parte del mismo relato.
Mientras los medios se distraen con la guerra cultural, la verdadera agenda estratégica es monetaria.
La Administración avanza en silencio para devolver el núcleo de la emisión monetaria al Tesoro de EE. UU.… empleando:
Este giro no ajusta el sistema: sustituye el verdadero centro de poder.
Actualmente, la Fed y la banca comercial (con JPMorgan a la cabeza) intermedian casi toda la creación y distribución de dólares. Si Tesoro y stablecoins se convierten en el eje de emisión y liquidación, el sistema bancario pierde autoridad, margen y control.
JPMorgan lo sabe.
Saben lo que representan las stablecoins.
Entienden lo que supone que el Tesoro sea el emisor de dólares programables.
Por eso combaten… no con notas de prensa, sino con tácticas de mercado:
No es un debate regulatorio.
Es una lucha por la supervivencia.
Bitcoin no es el objetivo… es el tablero.
La Administración busca acumular estratégicamente en silencio antes de dar cualquier paso explícito hacia un sistema de liquidación digital anclado en el Tesoro. Un anuncio precipitado provocaría un gamma squeeze, dispararía el precio y haría imposible seguir acumulando.
¿El problema?
El viejo sistema recurre a mecanismos de supresión propios del oro para sofocar la señal de Bitcoin:
JPMorgan ha perfeccionado estas técnicas durante décadas con el oro. Ahora las aplica a Bitcoin.
No porque Bitcoin mine directamente los márgenes de la banca… sino porque refuerza la futura arquitectura monetaria del Tesoro y debilita la de la Fed.
La Administración afronta una decisión estratégica radical:
Por eso la Administración guarda silencio oficial sobre Bitcoin.
No por falta de comprensión… sino porque lo entienden perfectamente.
Toda esta batalla se libra sobre un régimen monetario levantado tras seis décadas de:
Las correlaciones históricas se rompen porque el sistema ha dejado de ser coherente. Los analistas TradFi que lo tratan como un ciclo habitual no ven que el propio ciclo se desvanece.
El régimen se fractura.
El sistema es inestable.
Los incentivos divergen.
Y tanto el bloque de JPMorgan como el del Tesoro pelean en la misma infraestructura frágil. Un solo error puede desatar una inestabilidad en cascada.
Por eso los movimientos resultan tan extraños, discontinuos y frenéticos.
Aquí entra en juego una capa crítica que casi nadie ve.
MicroStrategy no es un mero tenedor corporativo de Bitcoin.
Se ha convertido en el mecanismo de conversión: el puente entre el capital institucional tradicional y la nueva arquitectura monetaria Bitcoin-Tesoro.
La estructura de MSTR, su estrategia apalancada en Bitcoin y su producto de acciones preferentes transforman fiat, crédito y activos del Tesoro en exposición a Bitcoin a largo plazo. Así, MSTR es la vía institucional y minorista para quienes no pueden (o no quieren) tener Bitcoin spot, pero necesitan escapar de los rendimientos deprimidos por el YCC.
Esto implica que:
Si la Administración plantea un futuro donde dólares digitales respaldados por el Tesoro y reservas de Bitcoin conviven, MSTR es la palanca corporativa clave para esa transición.
Y JPMorgan lo sabe.
Por eso, cuando JPM:
No ataca solo a Michael Saylor.
Ataca el puente de conversión que hace viable la estrategia de acumulación a largo plazo de la Administración.
Incluso hay un escenario plausible (aún especulativo, pero cada vez más lógico) en el que el gobierno de EE. UU. interviene y toma una posición estratégica en MSTR. Como sugería recientemente (@ joshmandell6):
Ese movimiento sería arriesgado política y financieramente.
Pero enviaría una señal imposible de ignorar:
Estados Unidos defiende un nodo esencial de su nueva arquitectura monetaria.
Y solo esa posibilidad explica la virulencia del ataque de JPMorgan.
Aquí el calendario se vuelve decisivo.
Como @ caitlinlong apuntaba recientemente: Trump necesita el control efectivo de la Fed antes de la marcha de Powell. Ahora mismo, la balanza le es desfavorable… le faltan entre tres y cuatro votos en el Consejo.
Ahora confluyen varios cuellos de botella:
Por eso la tracción económica es crítica ahora, no dentro de medio año.
Por eso cambia la estrategia de emisiones del Tesoro.
Por eso la regulación de stablecoins se ha vuelto decisiva.
Por eso importa la supresión de Bitcoin.
Y por eso la batalla por MSTR no es anecdótica, sino estructural.
Si la Administración pierde el Congreso, Trump quedaría como un “pato cojo”… incapaz de transformar el régimen monetario y atrapado por la institución que quiere sortear. Para 2028, la oportunidad se habría desvanecido.
El reloj corre. La presión es máxima.
Al contemplar el panorama, la pauta es inequívoca:
No es una historia financiera. Ni política.
Es una transición monetaria de escala civilizatoria.
Y por primera vez en seis décadas, el conflicto está a la vista.
La estrategia de la Administración se perfila nítida:
Permitir que JPMorgan lleve al extremo la supresión.
Acumular Bitcoin discretamente.
Defender y, llegado el caso, reforzar el puente MSTR.
Actuar rápido para remodelar la gobernanza de la Fed.
Colocar al Tesoro como emisor de dólares digitales.
Y esperar el momento geopolítico idóneo (quizá los “Acuerdos de Mar-a-Lago”) para presentar la nueva arquitectura.
No es una reforma gradual. Es la inversión total del orden de 1913: devolver el poder monetario al órgano político y no al financiero.
Si la jugada triunfa, Estados Unidos entraría en una nueva era monetaria basada en la transparencia, las infraestructuras digitales y un marco híbrido de colateral Bitcoin.
Si fracasa, el viejo sistema reforzará su control y la ventana de cambio podría no volver a abrirse en toda una generación.
Sea como sea, la batalla está en marcha.
Y Bitcoin ya no es solo un activo… es la falla entre dos futuros enfrentados.
Lo que ninguno de los bandos entiende es que ambos acabarán perdiendo ante la escasez absoluta y la verdad matemática.
Prepárate para sorpresas mientras estos dos gigantes se disputan el control. Cuídate — MarylandHODL
@ DarkSide2030_ @ Puncher522 @ jacksage_
Nota para lectores:
Si estos conceptos te resultan ajenos o complejos, aquí tienes una forma sencilla de abordarlos:
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Comentario del autor:
Este artículo se ha elaborado empleando Original Thought, Chat Enhanced u “OTCE”. No soy escritor profesional ni pretendo serlo. Mi objetivo es presentar ideas conocidas y novedosas con un enfoque diferente, para que resulten fáciles de comprender. Siempre que sea posible, acreditaré las fuentes originales.
Las cuestiones y conceptos tratados aquí reflejan mis propias ideas sobre lo que puede deparar el futuro a mi familia. Ningún artículo mío debe considerarse asesoramiento financiero. Al contrario, te animo a interactuar activamente: copia el artículo en tu LLM favorito, activa el modo voz y mantén un diálogo. Pregunta, explora implicaciones o desafía las ideas presentadas.
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— MarylandHODL





